Si contemplo tu cuerpo que es una luna blanca esparcida sobre mis labios y miro tu rostro atalaya de mis sentimientos, siento tan cálido aliento, siento tu sangre que es lava rugiente
que todo me es ajeno y nada me pertenece. Entonces el día y la noche
se conjugan en una lágrima oscura. Siento estas manos, este cuerpo,
estos ojos invadidos por el cálido latido de tu universo,
a merced de tus brazos de dulce cera
me estremezco en un profundo hueco
sin latido, y el límite de la vida
se precipita ante mí,
ciñéndome la cintura
y es tu fulgor
palabra absoluta
y es tu sangre
mi eterno
minuto.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Amo mis huesos, su costumbre de andar rectos de levantar un semicírculo para abarcar el cielo
de encadenarse en filigranas diminutas para favorecer el movimiento; amo mis huesos con sus curvas, sus salientes y sus cuevas profundas.
Si hubiera sido insecto, también hubiera amado mis antenas como amo ahora mis ojos con sus cuencas y mis manos inquietas y toda esta estructura en la cual vivo, en la cual soy completa. Y le doy gracias al discutido Dios de creación perfecta o imperfecta, de existencia absoluta o no existencia, le doy gracias en uso de mi cuerpo y su esencia.
... Al menos, comprendo su intención: sé que era buena....
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