domingo, 1 de agosto de 2010

A los olvidos.

La felicidad- me dijeron- es asunto de poetas ebrios. Útiles solo para cabalgar la luna con todo y sus acólitos nocturnos. Escóndete tras la puerta me dijeron. No cruces la línea que separa al ahorcado de su mediodía. Huye del espejo y sus engaños únete más bien a una legión de imágenes promotoras de la ausencia.

Trágate tu amor al prójimo y sus dinosaurios descalzos. Esas utopías ya no las compra nadie. Si descubres un vuelo de monarcas coloridas dales la espalda, no escuches su caricia en el aire y el escándalo de sus alas encendidas. Podrías no recuperarte.

Ama la sombra y sigue sus instrucciones, protégete en su círculo de las tentaciones que la luz produce. Súmate a la sagrada ley de lo que no se mueve, eso es lo que perdura.

Todo esto me dijeron.

Pero mi desnudez no tenía bolsillos para entonces tampoco una memoria para el llanto. He seguido la ruta de las aguas en su afán de mar y de horizonte, y no puedo detenerme todavía.