lunes, 29 de marzo de 2010

Un peu plus

Esta es la hora más difícil. La hora en que el celaje está incubando tu presencia sin que pueda tocarla. A veces, ahora lo sabes, imploro en la distancia con el título de una balada de Brel. Y me quisiera ir, clara la noche respirable, hacia el milagro en ti evocado sin que el día acabe en aquel temblor. Pienso en el viajero: el tren llega o parte, pero nada, nadie se va. No muy lejos de aquí tal vez sucede que un poco de lluvia vuele y te halle en un café o en la calle.
¿Y si es la misma lluvia que hace poco ha mojado mi rostro? ¿Habrá que creer entonces en el acaso o es sólo deseo, igual al que acerca los labios a las ansias del otro? Yo, como tú, también ansío la certeza.
Pero algo nos lleva de lo que dura a lo que pasa. Lo adviertes, lo palpas, lo descubres en el vello, en la laringe, en el abdomen. No es tan atroz, tan alarmante  si crees en ti, como yo creo, y no desesperas, si sabes que somos sustancia liberada por explosiones de quásares, polvo de estrellas, vida que esplende, que está ahí, que ocurre.

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