domingo, 24 de enero de 2010

sólo un cuento

Mamá es una mujer como las otras: es alegre, tiene canas, se enoja, trata de adelgazar aunque no de a de veras, está enferma, casi no se cuida. Mi madre se equivoca, mi mami alguna vez ha sido injusta, lleva sus cuantos errores a la espalda, sus pecadillos por allí escondidos o deseados. Pero mami crió a sus hijos ella sola y a tres hijos más como a sus propios hijos ella sola, mas era yo tan joven cuando madre quedó sola que nunca pregunté cómo comimos, siempre y ahora todavía no lo sé pero tiene que ver con la multiplicación de los pesares. Ya que es una mujer como las otras mi madre quiso más de alguna vez reflorecer su amor pero los que idolatran el estéril espejo no entienden el prodigio de la transformación del oro en sueños y si no derrotó en esta batalla por lo menos a la rabiosa soledad ya la tiene enjaulada como la bestia horrenda que es por el claro milagro de ser madre. Mi mamá nos recibe cuando estamos cansados y caídos pero no nos convierte las espinas en flores porque nos enseñó a quitarlas solos y no es la más clara imagen de Dios sobre la Tierra no alcanza requisitos para Santa ni se parece en algo a la Virgen María -sin embargo mamá puede reír aunque esté triste- Madre puede amar aunque ella no sea retribuida, mami puede ayudar aunque ella esté también necesitada, madre puede trabajar aunque haya trabajado hasta la madrugada -mamá puede aguantar aunque ya no aguante más- por eso mamá es una mujer como las otras una mujer, sencillamente un ser humano, le dan derecho a serlo sus cuidados su ternura su amor por los demás su aguante para aguantar que ya me habría muerto y por tanto que es esa mujer me asombro
me inclino
me acorazo
y no sé cuánto decir
cómo la quiero.

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