viernes, 4 de diciembre de 2009

He pensado que acaso ni presientes cuánto silencio encierra mi silencio, cuánta pena encendida anda exhalando como ásperos aromas en el viento, cuánta impotencia espera agazapada en esta indiferencia voluntaria que me quema por dentro. He pensado que acaso es necesario participarte un nuevo sentimiento: este odio que me enciende las entrañas y navega en los cauces de sus fuegos cada vez que tus torpes injusticias me arrebatan el cielo.

He pensado que acaso deba darte de una vez y del todo y para siempre aquello que más quieres: el dominio absoluto de mi cuerpo. Pero a sabiendas que aún guardo en mis rincones la estructura de todos mis secretos, pero a sabiendas que, entre piel y sangre, no tendré para ti más que el silencio... hasta que entiendas que la arena fluye en los cristales ávidos del tiempo, y se marchita el agua en mis vertientes bajo la furia de tu sol hambriento, y la esperanza ya no tiene fuerzas para invocar la magia del recuerdo, y en su destierro de dolor, sin nombre, hay un antiguo amor que ya ha muerto por completo.

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